Luchemos como hermanos

Niisan ! Yappari kite kuretan da ne !
Más allá del mito, existió un amor fraternal, entre compañeros de batalla y entre propios hermanos de sangre. Hubo batallas y sacrificios, todo por azares del destino. Érase una vez dos hermanos húerfanos que solo se tenían el uno al otro y que descubrieron que podrían desafiar a un destino impuesto, más aún si éste fuese tormentoso, cruento o triste. Se trataba de buscar forjar su propio destino, el destino humano. El hermano del "corto tiempo" (Shun) y el hermano "que brilla" (Ikki). Dos importantes personajes que van en una cruzada casi imposible de seguir.

La relación de estos hermanos se vé truncada desde pequeños. Una emisaria intenta llevarse al bebé Shun y es su hermano quien lo protege a toda costa, aunque sólo retrase lo inevitable: que su hermano se convierta en el dios Hades. Felizmente, gracias al ímpetu del hermano mayor de ser fuerte, es que logra que la Fundación Graud lo seleccione junto con Shun. Entrenan duro sobretodo el primero, rompiendo y golpeando objetos. Su hermano es muy sensible y es un amante de la paz. Su papá adoptivo, Mitsumasa, los selecciona para una batalla a venir, y para que protegan a la que sería la princesa Atena. Para la mala suerte de Shun, quien no nació bajo una estrella prometedora, es seleccionado para ir a la Isla de la Reina Muerte, en la zona más calorífica del Ecuador, aunque, por voluntad propia, Ikki decide ir en su lugar y logra hacer el cambio, a costa de recibir una golpiza casi mortal y con las mismas partir en un bote a este "infierno viviente". No pudo tener momentos de paz desde entonces, salvo...

Ikki es designado a entrenar con un caballero renegado llamado Guilty, maestro de la Isla, líder de los caballeros de las sombras (Ankoku Seinto) y a quien se le colocó una máscara para que reniegue de toda identidad pasada. Guilty, en busca de un sucesor, puede ver el gran potencial del joven Ikki, en quien no duda en usar toda artimaña para que florezca su maldad. Maldad impuesta, ya que él tenía un corazón noble, el cual se mantiene perenne mientras se reencuentra con la única persona que le mostró compasión y amor: Esmeralda, y junto con el recuerdo de su hermano. El destino fue mezquino e hizo que Ikki matara a su maestro luego de que éste matara a su amor de la vida.

Seis Años después, Ikki es líder de los caballeros diabólicos y reta a Shun y sus amigos a pelear a muerte, interrumpiendo el torneo por la armadura de oro. Solo es al final del Desafío del Fénix, que prevalece la verdadera fortaleza de un caballero: Los Lazos de amistad. Cuando Ikki percibe esa amistad en sus broncíneos rivales, es que recuerda el amor que Esmeralda le dió y el empuje que lo hizo dar todo de sí para convertirse en caballero. Por desgracia, su redención duró poco, ya que hubo una irrupción en el combate e Ikki hace un acto de sacrificio sincero.

Ya durante las guerreras contra los caballeros de plata, Ikki (resuscitado de entre las cenizas cual ave que lleva su nombre) muestra ser un aliado aunque siempre actuando como Lobo Solitario. Aun asi, Shun sólo está alegre de verlo de nuevo, esta vez actuando con cordura y albedrío propio. Pasan batalla contra batalla, y generalmente es Ikki quien le da valor a Shun a pelear, de ahi que se repita que el menor es dependiente del mayor. La batalla contra Shaka de Virgo en 12 casas le refuerza su convicción de pelear hasta el final. Esto se repite en Asgard y en los Templos de Poseidón. Afortunadamente Ikki siempre demostró ser un digno rival en batalla, y mostrar a muchos de sus enemigos el camino recto por el cual debe seguir, aun a costa de desafiar todo precepto, siempre y cuando este haya sido impuesto y no elegido. O hasta aceptado no con total enfoque. Lo pudimos ver en la duda de Shaka, contra el Géminis poseído, contra los asgardianos Mime y Bud (este último sufrió tanto como Ikki) y con Kanon, otro hermano que había sucumbido al camino del mal, pero que al final (al menos en el manga) muestra dos signos de sacrificio en favor de Atena y de sus caballeros.

Es cierto que mayormente el hermano menor, Shun, es quien depende del mayor, Ikki. En la batalla contra Hades, Shun opta por hacer un total sacrificio, puesto que no puede soportar la dominación de Hades en su cuerpo, le pide a su mismo hermano que lo mate e Ikki lo intenta, pero sin éxito. En el fondo había un amor fraternal único, pero gracias a la diosa Atena, el destino de Andrómeda sobrepasa el del mismísimo Rey del Inframundo. Aquí es donde nuevamente los hermanos batallan junto a Seiya y los demás, logrando triunfar, logrando imposibles, perdiendo camaradas (los cuales les dejaron un único legado) y obtener la paz de la humanidad. Aún cuando los mismísmos dioses los desafían, ellos salen perennes por el amor y esperanza que tienen como humanos. Siempre estuvo latente aquella frase que Shun exclama a Ikki en ese desfiladero en el Valle de la Muerte (cuando se enfrentan el uno al otro): "Te quiero hermano... y en nuestro amor se basará nuestra fuerza!"
Y, a manera de conclusión, recordemos aquella memorable frase cuando pelean contra Teseo (juntos, como hermanos) en la batalla decisiva contra los dioses en Tenkai-hen Joso: "No te confundas, Shun. Yo quiero pelear contigo, a tu lado. También soy un caballero de atena". Esta es la convicción de los hermanos guerreros. Estas fueron y son realmente son las cadenas de la nebulosa de la amistad.